Ok, lo que estoy por contarles es bastante serio. Creo que estoy empezando a experimentar una crisis de pánico a mis 9 años, una muy grande. Olvidé mi bolsa de canicas en la escuela, dentro del cajón de mi pupitre. Pero eso no es lo peor. Lo que aterra es que, al día siguiente, revisando mi pupitre, encuentro la bolsa de canicas abierta. Cuento y reviso cada una de mis canicas: “la chilenita”, “la colombiana”, dos petroleras, varias chinas y japonesas, galaxias, jirafas, cebras, martas y culines, las que son de un solo color.
Al parecer, todas están ahí, a excepción de una. Me hace falta una canica, y no es cualquier canica: es una “ojos de gato”, extremadamente rara, traída desde el Antiguo Egipto. Es el complemento de otra canica que tengo: la lechera. Sus colores me recuerdan a la gelatina marmoleada.
Es real cuando les digo que ambas canicas me las trajo mi tía Lencha de uno de sus viajes recientes a Egipto, viaje que consiguió al pedir un préstamo en una caja popular. Usando documentación falsa logró obtener el préstamo más alto y no volvió jamás a la sucursal. La tía Lencha ha vivido defraudando al sistema durante toda su vida, pero esa no es la historia que les quiero contar.
El asunto es que la tía Lencha andaba feliz, montando y sobando jorobas de camellos, cuando un niño egipcio se le acercó a venderle su bolsa de canicas mágicas por 50 euros. Tía Lencha rechazó la oferta, y el niño egipcio sacó dos canicas de su bolsa: la ojos de gato y la lechera. Se las entregó en la mano a tía Lencha y le dijo: “Two for one euro”. Tía Lencha decidió darle cinco euros para que se largara el niño necio. Estuvo tentada a abandonar las canicas en el desierto, pero se acordó de mí y las guardó en su bolso.
Al llegar al hotel, tía Lencha preguntó a un lugareño por este niño raro que le vendió canicas mágicas, pensando que fuera una estafa, como el agua mágica de la India. Eso terminó siendo: una estafa para turistas. Estos niños venden canicas mágicas entrelazadas. Por más que sean separadas, eventualmente vuelven a reunirse. Según dicen, datan de la era del ocultismo hacia los dioses egipcios. Cosas que nadie puede corroborar, pero que los turistas adoran comprar como recuerdos de su viaje.
Yo no creo en esas tonterías mágicas, pero muy en el fondo anhelo que su magia sea de verdad. Va más de un mes y no regresa la ojos de gato. ¿Quién es este ser desalmado, sin corazón, quien fue tentado a robarse a la ojos de gato? Entre todas las canicas que sus ojos pudieron ver, decidió llevarse a la hermana de la lechera.
Fue entonces cuando entré en desesperación. Tuve una idea, y el resultado es lo que me está causando esta crisis de pánico. La idea consistía en dejar mi bolsa de canicas únicamente con la lechera dentro de mi pupitre, y revisar al día siguiente, esperando que su magia egipcia surtiera efecto y trajera de vuelta a la ojos de gato. Lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: la magia egipcia mandó a la lechera con su hermana. La bolsa de canicas estaba vacía. He perdido ambas canicas por andar de curioso, jugando al ocultismo.
No sé qué me asusta más: el hecho de que fui robado dos veces por la misma persona, o la idea de que estas dos canicas — la ojos de gato y la lechera — en realidad están entrelazadas. Al ver que la ojos de gato no regresaba, la lechera salió a buscar a su otra parte.
Solo espero que mis dos canicas estén juntas otra vez. Estoy seguro de que no las volveré a ver.
😭😭😭
Mejor historia que cualquier pelicula de Martha Higareda
Las sheshes tho…
Y que omar chaparro